Entrevista con Jenny Moix autora del libro: Cara a cara con tu dolor. Técnicas y estrategias para
reducir el dolor crónico
Profesora de la Facultad de
Psicología de la Autónoma de Barcelona es una gran divulgadora sobre el manejo
del dolor crónico, su sencillez en la exposición hacen de sus escritos y
declaraciones una gran fuente de ayuda para todos los enfermos en los que su
sintomatología predomina el dolor crónico.
-Ojalá -dijo- se inventara un termómetro para medir el dolor con exactitud.
Claro está que con un termómetro no conseguiríamos eliminar el dolor, pero sí
que podríamos acabar con la incomprensión que sienten las muchísimas personas
que lo sufren a diario, el 24,3% de la población en España.
El dolor ¿es un síntoma orgánico o psicológico?
se preguntó, para empezar definiendo el concepto de dolor y su evolución
histórica desde Descartes, que tomó como referencia de partida. "Dijo
Descartes que se producía cuando hay un estímulo nocivo que circula como por
cuerdas hacia el cerebro, y eso se acepta en la actualidad pero no es
suficiente porque hay muchos fenómenos que no encajan en esta definición, por
ejemplo el llamado `dolor fantasma´, en un miembro amputado, o el efecto
placebo, que demuestran que además de estos mecanismos fisiológicos existen
otros factores que explican el dolor.
Comentó también que también se debe tener en cuenta que la propia gente que
sufre dolor relata como el día en que se encuentran más nerviosos o estresados
su dolor aumenta, y por el contrario, en los días en que están más tranquilos
padecen menos dolor. "Por tanto -afirmó-, hay muchos fenómenos de la vida
cotidiana que demuestran que aparte de los mecanismos fisiológicos hay todo un
proceso psicológico y social que incide en la percepción del dolor. De ahí que
con técnicas psicológicas se pueda
contrarrestar".
Los pensamientos ¿son nuestros
grandes amigos o enemigos? Ese fue otro de los apartados de su
charla, en la que afirmó que "hay muchas investigaciones que lo
demuestran. Existe un tipo de pensamientos que se denominan catastróficos del
tipo `este dolor no se acabará nunca´, `no puedo seguir así´, `no lo soporto
más´. Muchos estudios han evaluado estos pensamientos a través de cuestionarios
y han observado que los pacientes que piensan más en esta línea son los que
sienten más dolor".
¿En qué puede ayudar la psicología a
los pacientes que sufren dolor?, se preguntó después.
"Normalmente el dolor aumenta las emociones negativas -dijo-, y estas a su
vez el dolor. Así que se trata de controlar nuestras emociones, al reducir las
emociones negativas, podemos disminuir el dolor. Normalmente las terapias que
se utilizan, son terapias que se denominan paquete porque contienen varias
técnicas. Esas técnicas nos enseñan a entender como las emociones y
pensamientos afectan a nuestro dolor, acorralar los pensamientos negativos,
relajarnos, organizar nuestro tiempo, mejorar las relaciones con los demás y
conocer cuáles son nuestros verdaderos valores vitales".
Son técnicas, según dijo la psicóloga, que se han demostrado eficaces en
muchas investigaciones para tratar esas emociones negativas".
El dolor no anda solo sino
que, en muchas ocasiones, va cogido de la mano de la tristeza, del sentimiento
de inutilidad, de la pérdida de ilusiones, de la incomprensión... y todas estas
emociones, a su vez, aumentan nuestro dolor. Esa es una idea.
el paciente identifique los
obstáculos psicológicos que le impiden el cambio en sus percepciones. "Si
se sigue haciendo lo que siempre se ha hecho -comentó-, no se llegará más lejos
de donde siempre se ha llegado". Y habló de
lo que llamó "el jardín de nuestros
valores". "El dolor -dijo- supone muchas veces renunciar a
actividades que nos satisfacían o incluso dejar de trabajar; es como si nos
impusiera parar el curso en el que iba transcurriendo nuestra vida. En esta
parada mucha gente se siente perdida y lo que hay que aprender es a seleccionar
las plantas principales del jardín (valores) y renunciar a los
innecesarios".
Otra terapia tiene que ver con el
tiempo, ya que quienes tienen dolor crónico necesitan más para cualquier
actividad. "Esta falta de horas -afirmó- lleva a muchos a eliminar de la
agenda las actividades placenteras y, el día que sienten menos dolor, cumplir
con todas las obligaciones atrasadas. Nosotros les enseñamos técnicas para organizar mejor el tiempo y
eliminar actividades que son producto de nuestra auto exigencia, delegar
tareas, hacer pequeñas pausas...".
El puente que nos separa de los
demás. He ahí el nombre de otra etapa. "Que la gente no suela comprender
su constante dolor -dijo- es un dolor añadido y por ello es necesario
enseñarles caminos para acabar con el aislamiento, pero acercándose ellos a los
demás y no esperando lo contrario".
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